LAS LUMINARIAS

Purificar los caballos con el humo, bajo la protección de San Antón, proviene de una tradición instaurada a finales del siglo XVIII tras una epidemia que diezmo la ganadería. Es posible que el humo se usara para combatir los parásitos del ganado, pero las historias mejoran gracias a algunas licencias narrativas.

En San Bartolomé de Pinares, cada16 de Enero, se reúnen casi mas caballos que habitantes tiene el pueblo, para continuar con esta tradición.

Los preparativos empiezan una semana antes con la recogida de los matorrales que servirán para hacer las fogatas. Deben estar verdes para que produzcan abundante humo y durante la quema, se rociarán con agua para evitar las llamas, pero el fuego siempre termina venciendo.

Decenas de hogueras se reparten por el pueblo, que pronto es invadido por un humo blanco, espeso, que por momentos apenas te deja ver mas allá de tus narices y te produce una conjuntivitis lacrimógena , aunque para la historia es mejor decir que se llora de emoción.

El día va transcurriendo de sorpresa en sorpresa. Pienso que para atravesar el fuego los caballos estarán protegidos con algún aislante,

quizás bañados en agua. Sorprendentemente tan solo se les recogen las colas, envueltas con telas de colores y se les hacen unas trenzas en las crines.

Doy por supuesto que los animales van a rehusar el fuego y habrá alguna negativa, algún amago pero todo lo contrario, estos nobles caballos atraviesan las hogueras con firmeza y seguridad, incluso al paso.

Y lo que no podía creer es que una vez atraviesan múltiples veces las llamas no presentasen quemaduras en las zonas más expuestas. Según pude saber, solo pierden las pestañas y los pelos del cuello y patas. Así lo pude comprobar.

En lo único que no hubo sorpresa fue en el trato que nos dieron en San Bartolomé de Pinares y en la espectacularidad de la fiesta.

Paco Negre